El Papa León XVI
Karina Kim

AP Photo/Alessandra Tarantino
El papa número doscientos sesenta y siete de la Iglesia católica, León XVI, nació con el nombre de Robert Francis Prevost el catorce de septiembre de mil novecientos cincuenta y cinco. Nació en los Estados Unidos y creció en Chicago. Tiene sesenta años y es ciudadano estadounidense y peruano. Fue elegido Papa en el año dos mil veinticuatro, después del Papa Francisco. Desde su elección, ha trabajado por la unidad, la paz y la renovación dentro de la Iglesia católica. El Papa León busca conectar a la Iglesia con el mundo moderno, abordar los problemas sociales y económicos y promover la vida intelectual y espiritual de los católicos.
Ambos padres del Papa León eran de Chicago y eran educadores. Su padre, un veterano de la marina de guerra de los Estados Unidos que comandó una lancha de desembarco de infantería y participó en el Día D, tenía ascendencia española e italiana. Su madre, Mildred Agnes Prevost, provenía de una familia de Luisiana con raíces criollas negras. Creció en la parroquia de St. Mary of the Assumption, y su familia estaba muy involucrada en la comunidad católica. Él y sus dos hermanos fueron a la escuela católica parroquial. Él fue a la universidad en Tolentine College y Villanova University, donde vivió en el convento agustino. En 1977 ingresó a la Orden de San Agustín. En 1981 fue ordenado diácono en Míchigan y, ese mismo año, ordenado sacerdote en Roma por el arzobispo Jean Jadot.
En Perú, trabajó como canciller de la jurisdicción territorial de la Prelatura de Chulucanas. Su trabajo en Perú estaba enfocado en ayuda en casos de desastres. Durante su estancia en Perú, dominó plenamente el español. Habla cinco idiomas con gran fluidez: inglés, español, portugués, francés e italiano. También puede leer en alemán y latín. En Trujillo, el Papa pasó mucho tiempo dirigiendo el semanario augustino. Trabajó con indígenas peruanos y brindó apoyo a refugiados venezolanos a pesar de la discriminación existente contra éstos. La era de Fujimori en Perú fue un periodo de fuerte gobierno autoritario que ayudó a estabilizar el país, pero también fue un periodo marcado por abusos generalizados de derechos humanos. El Papa León presenció esta era y trató de ayudar a las personas más desfavorecidas bajo el gobierno violento, como la población de Notre Chico, a quienes ayudó a proteger contra la violencia de la organización Sendero Luminoso.
El Papa León sirvió como prior general de la orden de agustinos entre dos mil uno y dos mil trece, y más tarde se convirtió en obispo de chiclayo, Perú, entre dos mil quince y dos mil veintitrés, donde se enfocó en programas sociales, ayuda a refugiados y apoyo a víctimas de abusos, al tiempo que promovía el diálogo y la atención pastoral. En dos mil veintitrés, el Papa Francisco lo nombró Prefecto del Dicasterio para los Obispos y lo convirtió en Cardenal, elevando su influencia en la evaluación de obispos en todo el mundo y aumentando su prominencia dentro de la Iglesia.
En general, el Papa León es visto como un líder reflexivo, cuya vida refleja humildad y formación intelectual, y un profundo espíritu de servicio a la fe. Sus opiniones políticas se centran en la justicia social, la protección de los vulnerables y una gobernanza ética. Sin embargo, unos críticos conservadores opinan que él es demasiado abierto al cambio y que su enfoque moderno podría debilitar costumbres importantes, mientras que grupos progresistas arguyen que no avanza lo suficiente en reformas estructurales. Aun así, para la mayoría del público, él representa un papa moderno y compasivo que trabaja para equilibrar la tradición y la renovación en un mundo que cambia rápidamente.